CIC Colectivo La silla

CIC Colectivo La silla
Chile

jueves, 5 de marzo de 2009

Elidio La Torre-Lagares -PUERTO RICO



[mabón]

flamboyán de ceniza, eco del fuego,
leso misterio de la despedida::
flama boyante del viento que es viejo::
simetría inválida de mi cuerpo::
lacra mutuante del agua pasada::
la impedancia entre el entorno y el alma::
el fuego encrestado encora el canto
y en mi piel se apagan viejos luceros::
aquí se acaba la carne; se acaba,
pero la voz se criba entre los versos
avejigada en las grutas del tiempo::
el maná falaz desecho en mi boca
como mentiras de azúcar y hojaldre
se imposibilita entre las estrellas//

las constelaciones son jedas vacas::
las constelaciones, mi verbo en gueto::
piedra de ílice, alúmina y flúor;
amarillo alfeñique del mismo sol::
baile ritualista por los desiertos
de las palabras pronunciadas muertas
y arrojadas con estolidez fatal
para estiomenar el centro del pecho
como un responso clavado al aliento::
los días se ensanchan hasta reventar
como muertos solos a la intemperie,
el bilioso amargo de la imperfección::
el tiempo geminado en noche y día,
su gas desgastado en el largo viaje//

el mar embiste y desgasta la isla::
la isla se encoge, degusta el espacio::
el espacio se reduce y te ahoga::
la fe de despertar sostiene al hueso::
la niebla fecunda la curiosidad
y de pronto el corazón tiene alas::
mañanas irisadas por la ilusión,
como la blanca ceguera en los ojos//
por los fines y confines del sinfín
por donde se encenaga un hambre buena,
la misma hambre de las rosas//
el camino es largo y no, no se acaba::
pasos y versos, marcha y poema::
me levanto de un recuerdo, emerjo::

innominable ecuentro con mi sombra::
bajo una ingente lucerna de cos,
por donde pasea el otoño vago
mientras deshija la mansa arboleda,
como quitarle el vestido a una mujer
inoculada con tersas palabras,
a quien se le versan dulces encantos
para regalarle el temblor glorioso//
mi rostro intrágico no desfigura
sólo busca la serpiente de agua::
mi mirada navicular se arrastra::
la luna equinoccial se pluraliza::
la fiesta del maíz y el vino empieza::
revivo en la ánfora de una musa.

Dédalo, róbalo,
atardecer índigo-
la lluvia aplasta el rumor tácito
de las penas sin péndulo
vestidas de sándalo-
la soledad se ha puesto tu traje
y me hace un mendigo-
pétalo ácido-
vuelta sin círculo-
que a veces me besas
y a veces me salas-
me complicas en un páramo
dedal de ortigas-
veneno íntimo-
bésame a veces
cuando no, también-
¿quién campanea en tu crisálida? -
mi mar se muere a tu puerta-
lamiente libélua-
crápula y lívida-
esta tarde tísica
se fuga por un ojal-
tálamo pútrido-
tornasol vértigo-
has de mi risa un rosal de razones-
encuentra mi sombra
junto al árbol de ceniza-
soy el esqueleto
que en espera de tu verbo,
se quedó sin carne-
soy la fe de parafina-
soy la ostia mustia
y un arco iris asesina mi corazón.

fragmento

VI.

La noche giraba como un vasto domo
sobre mi cabeza
donde la luna irradiaba como
un osario de platino.
Sombras poblaban las calles
cual fantasmas viajeros
por esta ciudad
de caricatura en carboncillo.

A final,
mi cáliz espera
una
vaga lepra del alma.

Una mujer pasó por mi lado
pero sus ojos estaban perdidos
en la enajenación de la soledad.
Su traje parecía flotar
sobre la acera.
Llevaba flores en las manos
que no despedían aroma.

Ella no me miró.
O no me vio.
No supe quién era el muerto.

RESEÑA

ELIDIO LA TORRE LAGARES es escritor, editor de libros y profesor de literatura de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Ha publicado los poemarios Embudo: poemas de fin de siglo [Edición de autor, 1994], Cuerpos sin sombras [Isla Negra Editores, 1998] y Cáliz [Terranova, 2004]. Tiene un libro de cuentos, Septiembre [Editorial Cultural, 2000], y dos novelas, Historia de un dios pequeño [Plaza Mayor, 2001] y Gracia [Oveja Negra, 2004]. Sus tres libros de narrativa han sido premiados en Puerto Rico. La Torre Lagares ha sido incluido con su narrativa en diversas antologías, como la de la Literatura puertorriqueña del siglo XX: Antología, publicada por la Universidad de Puerto Rico, y en Pequeñas Resistencias 4: Antología del nuevo cuento norteamericano y caribeño, publicada este año por Editorial Páginas de Espuma en España.

Marcos Pérez-Ramírez -La Habana-Puerto Rico



la orilla letal

I.

La utopía desnuda como una península
se levanta sola e intranquila entre el calor de los archivos.
Allí, el papel,
desmembrado todo, querido por la ausencia de la letra,
Se incrusta en la playa de la memoria
donde el tiempo vierte su forja en agraz.

Ese terco pleamar de los minutos
llena los costados de su tierra triangular,
Mas no alcanzan su misión cabal.
Ya que la isla siempre es la posibilidad de una península por otra isla
Y por otra de esas otras que ahora rumian distantes
Cuando un poeta negro, tataranieto del oprobio,
Sucumbe con Homero hacia el fondo de la niebla
En el libro de aquellos que se abandonan a sus islas.

Penínsulas, continentes, islas, barricada, puentes,
Túneles o palabras que caven bajo las banderas.
Qué más da.
Son otras las piedras sobre las cuales lo vasto rompe.
Esta es la edad de los labios secos,
Decía Martí,
Mientras sus manos eran trozos de piel acosados por el calla y muere.

Vamos.
Vamos porque ya nadie quiere extender el pie
Y poner su talón sobre la piedra.
Vamos, ya son infinitas las islas que nos permiten cruzar anchos ríos.
Cuéntame tú no hay lugar en el camino.

II.
Una isla es un estera de vino caliente rodando por tus muslos.
La navegación de cabotaje me permite dibujar cada bahía con precisión,
Saber dónde el fétido mar busca esa piedra ancha.
Como los libros que abren sus páginas sobre la cama.

III.
Antes dijo que los trenes infinitos
Eran tu imagen de la noche en las entrañas de la tierra.
Pero ahora quiere mirar las vías,
Mástiles de hierro sobre las orillas de los kilómetros.
En ellas,
Como en alguna costa,
Quiebran los trenes la lejanía
mientras barren la arena del tiempo.
En ellas,
Como en la playa,
El ojo se pierde en reflejos paralelos de luz y agua.
Y como momentos de lo efímero
Van desgastándose sobre la tierra recorrida.

En los trenes ha visto el débil sedimento de lo invencible:
La isla.



sócrates del dominicano

Abre la yola el océano.
Allá, la patria abandonada,
La ruina del pasado en la palabra.
En el horizonte: otra isla.

Ruge la mar embravecida.

El violento mar ya no es origen,
Sino fin posible agotando su presente.
Hace frio.
La yola se desborda en un río de vómitos,
Gritos,
Llantos.
El horizonte es el aquí, el allí,
Aquél es ahora,
Inmediato
Como el infierno.

Un hombre ha sido lanzado a las aguas infectadas,
El mareo ha suavizado su carne
Las fauces del escualo consumen su cuerpo.
La yola no conoce aquella ola donde termina su devenir.
Una mujer y una niña entre las aguas.
Piensa Sócrates:
En una orilla un hombre deja mis dineros en un par de piernas,
Seguro sonríe.
En otra orilla me espera el oprobio: la ley de extranjería.
Sócrates accede por fin al misterio,
Una salada sombra consume su omnisciencia.



helena helena

¿Cuándo comienza un nombre?
Helena de Troya, dónde,
Y antes de ella qué habrá sido Helena.
En la Homero es un tarde gris de Atenas,
El crepúsculo mustio del Anciano.

Helena tantas veces,
Una misma cólera rezagada en los brazos del tiempo.
La mujer por poseer en el soneto.
Quand vos seráis bien vielle,
Au soir a la chandele.

El cultivo del Carpe Diem
En una rosa de su cuerpo
Desgastándose en un día.
Ronsard esgrimiendo su falacia
Cuando intuye la fugacidad de la letra.

Y en otras patrias:
Mujer de batallas navales
Otra tierra por nombrar,
La codicia hecha carne,
La mujer amarga como la muerte de Salomón,
Su cuerpo inasido en el brazo del mar.

Helena vestida de amarillo
Como una almendra de playa donde hundimos los dientes
Buscando en su nombre la abolición cardinal de las horas.

Otra Helena mía,
Su beso de sangre consumiéndose en el puñal,
Sus piernas buscándome en el vientre de su baile.
Como una niña con su dulce entre los labios,
Helena termina en la letra primigenia.


© marcos pérez-ramírez

RESEÑA

MARCOS PEREZ-RAMÍREZ (La Habana, 1971). Reconocido guionista puertorriqueño azarosa y felizmente nacido en la ciudad de las columnas de padres boricuas. Autor del guión del documental Vieques en el Espejo de Panamá, ganador de un Emmy Suncoast (2003). Ha colaborado como guionista y cretivo de conciertos para artistas como Tego Calderón y Cultura Profética. Laboró como asesor y redactor del guión para la galería interactiva Activarte del Museo de Arte de Puerto Rico. Como periodista ha publicado sus artículos, reportajes y crónicas en Claridad, Boricua (Chicago, EE.UU.), redbetances.com (Puerto Rico), así como en la red universitaria Universia.pr, para la cual trabaja como reportero. Como redactor publicitario y creativo fue finalista del Premio Cúspide (2202) en la categoría de impreso con la pieza Asunto de Mujeres. Sus poemas han aparecido en las revistas estudiantiles y académicas Ojo de Buey (Maryland, EE.UU.), Postdata (San Juan, Puerto Rico) y Aire, separata literaria publicada en el semanario Claridad, a principios de la década del 90. Su producción poética ha sido incluída en la Antología de la poesía latinoamericana del siglo XXI: el turno y la transición (México: Siglo XXI, 1997). Ha publicado el poemario Alejandría (Terranova, 2006); por oscuros lances del destino La orilla letal, permanece inédito. Fuentes de entero crédito informan que cocina un libro de crónicas, artículos, reportajes y ensayos titulado La condición Miami y otros escritos correctos y desaforados.


MERLE COLLINS -GRANADA




MÚSICA

tal vez tú tienes
suerte

cuando estás a
tono con la música que
están tocando

no así los

que quieren una canción
diferente


SUEÑO DE LUTO

Durante siete meses, y siete
días, cada noche penosamente
atravesaron el patio. Dime,

¿no viste el largo sudario blanco
de la muerte, del luto, de los finales
amargos, de más comienzos

pavorosos? Siete meses, siete larguísimos
días, del trece de marzo al diecinueve
de octubre, se desplazan de la montaña

a los sueños flotando en el
sueño drogado de días de incertidumbre.
Vienen con la forma de las cosas

para que recuerdes. Piqueta, azadón,
cuchillo de cacao, horca, azote, machete,
tallo de caña, canasto, sombrero de paja,

botas, morral, pala. ¿De qué otra
manera decirte? Bailan
sobre cobre, cacao pulido,

en círculo triturando piedras para
recordarte. Dime que no viste filas
andando penosas, redoblando el paso, noche

oscura tras profética noche.
Tal vez no querías ver
la ropa anudada, las cajas,

los atados, las rápidas miradas
sobre los hombros, y no te despertabas
pensando en qué y por qué pasaba eso. Dime

que no oíste ni un susurro
silbando en tus sueños, que no
viste gente llorando, con miedo y

a la deriva, botes en agua fangosa
zigzagueando y esperando. Dime
que no viste sombras

agazapadas en la orilla, que no
despertaste de un salto pensando
qué viejo dolor te estaba asediando

y por qué. Siete meses, siete días
de duelo, una revelación
que se abría ante ti y esperaba.

Pero las revelaciones de los sueños
son humo, no tu clase
de conocimiento. Luego viene la furia,

vienen las salpicaduras de sangre, vienen
los pasos pesados, viene el horror
del pasado convertido en futura crucifixión

de nuevo. Y ahora se han llevado
a los soñadores muertos de vuelta a la
montaña para alimentar la fuente de

los sueños de nuevo. ¿Qué quiere decir esto?
¿Que el hombre es más humano de lo que
cree? ¿Necesita esa mujer mostrar

su desconfianza? ¿Que los jóvenes
soñadores se emborrachan con la novedad
del conocimiento y se apartan de la

sabiduría de los viejos?
*

Un tributo (pasaje de Una carta)

Día cuatro
A ti, desconocido, a los que
caen y mueren marchando o mirando hacia delante,
a aquellos cuyos nombres permanecen escondidos para la multitud,
a los que fueron llorados por la madre, la hermana, el hermano, la
amante,
lamentados por los que tienen miedo de hablar,
que temen llamar la atención sobre una pérdida.
A ustedes no celebrados en estatuas
o placas, o muros conmemorativos, o tumbas del soldado desconocido,
a ustedes que pueden haber gritado por amor al líder,
que pueden haber gritado por amor al país,
o que pueden sólo haber luchado por el amor,
a ustedes, que muertos en la cama,
pueden no haber conocido su participación hasta que despertaron
para preguntarse bajo otra luz.
Les damos gracias por su viaje hasta acá.
Día cinco
En el principio
fue la Palabra
y la Palabra que cada cual oye es la Palabra
de Olodumare, Jah, Alá, Dios,
Jehová, Yavé, Ciencia, suprema.

Un hombre está de pie sobre un cráter
donde antes estaba su casa,
mira en la oscuridad sin fondo,
llora y llama a su hijo, Mahoma.
Y alguien abre los brazos y dice,
Mahoma, no hay Mahoma,
Mahoma no está allí.
Y los profetas inclinan la cabeza y lloran.
La palabra que ha sido dicha antes,
tendrá que ser dicha de nuevo.


RESEÑA

Merle Collins nació en Granada el 29 de septiembre de 1950. Ha sido profesora de inglés y Literatura Comparada de la Universidad de Maryland, donde también ha enseñado Escritura Creadora y Literatura Caribeña. Realizó además estudios universitarios de español y de historia. En 1985 integró The African Dawn, un grupo musical que incorporó poesía y musica africana. Obra poética: Because the Dawn Breaks, 1985; Rotten Pomerack, 1990y Lady in a Boat, 2003. Coeditó una colección de escritura inventiva llamado: Watchers and Seekers: Creative Writing by Black Women in Britain, 1987. Su trabajo ha sido publicado en varias antologías. Novelas: Angel, 1987, The Colour of Forgetting, 1995; e Invisible Streams. En 1990 publicó Rain Darling, una colección de relatos breves. En su obra ha expresado el sofocamiento a la que fue sometida la revolución granadina (1979-1983), posteriormente a la invasión norteamericana. Además del inevitable tema político en su obra confluye el canto a la infancia, el amor y los esplendores de la naturaleza caribeña.




SAMUEL JARAMILLO-COLOMBIA



UN TRAZO RÁPIDO QUE RAYA EL FIRMAMENTO

el pájaro se catapulta hasta los confines del cielo.
Creo que tu presencia es la brisa torrentosa
que lo arrastra a esas alturas.
Conozco que estás cerca
y mi corazón emplumado
bate sus alas
alocadamente.


ME ENTERO DE QUE LA DIFERENCIA

entre que el sol gire alrededor de la tierra
o que la tierra gire alrededor del sol
es una simple cuestión de elegancia
en el que mira, en el que calcula.
Entonces, cuando el que ora va a la montaña
con este acto hace que la montaña vaya a él.
Son los que no creen, con sus objeciones,
los que han perfeccionado la idea de Dios.
Así tus dudas sobre lo que siento por ti:
cuando tu cuerpo acaricia mi mano
también mi mano acaricia tu cuerpo.
Dicho esto, me aplico a organizar
esto que llamo sueños, a clasificarlos,
no sea que se confundan con mis recuerdos.
¿Mi mano? ¿Tu cuerpo?
Quién puede poner algún orden
en este enredo de locos.


SÍ. ES POSIBLE QUE LA FORMA CAPRICHOSA

con que se viste el vuelo de los pájaros
no tenga nada que ver con la historia
de nosotros, terrestres.
Que las posiciones de los astros
y de los planetas sean ajenas
a nuestro destino.
Lo lamento, si es así.
Deploro si el curso de mi vida
no está signado por el movimiento
de tus párpados.
Peor para nosotros.
La vida mía: si no es de la vacilación
de tu mirada, de la duda bajo el relámpago,
¿de qué pende su trayectoria obligada?


RESEÑA

Samuel Jaramillo nació en Bogotá, Colombia, en 1950. Economista y urbanista, con estudios de postgrado y doctorales en Francia e Inglaterra, es un investigador reconocido en Colombia y en América Latina en estudios urbanos, disciplina en la que ha publicado varios libros de amplia circulación. Desde muy joven se destacó como poeta, ganando varios premios nacionales y siendo incluido en múltiples antologías. Ha publicado 6 volúmenes de poesía y una recopilación de su obra en este género. También tiene una labor de crítica literaria abundante, centrada especialmente en la producción poética y narrativa de escritores de su generación en Colombia y América Latina. La editorial Norma publicó su novela Diario de la Luz y las Tinieblas -Francisco José de Caldas, un relato histórico sobre la vida de este personaje de nuestra independencia. En la actualidad es investigador y profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes en Bogotá. Libros de poesía publicados: Ásperos Golpes, 1973; Habitantes de la Ciudad y de la noche, 1981; Geografías de la alucinación, 1982; Selva que Regresa, 1988; Bajo el ala del Relámpago, 1995; Doble Noche, 1998; Casa que respira, 2002. Al decir de Gabriel Jaime Franco: “Tal vez ningún poeta ha expresado mejor nuestro desarraigo y nuestros palos de ciego en la búsqueda de una identidad como Samuel Jaramillo. Su libro Geografías de la Alucinación es una valiente reflexión sobre su generación, un sobrecogedor examen de la orfandad y el desvarío de miles de jóvenes que vieron escaparse muchos de sus más altos sueños. La suya es una poesía clara que no se ha ocultado en falsas retóricas y que ha recurrido a imágenes atrevidas y llenas de virtud arrastrándonos a una zona donde el espíritu respira". Y al decir de Juan Carlos Medina: "Si la misión y el poder del poeta consisten en construir sentido, he aquí una muestra contundente de ello: a partir de las palabras de Samuel Jaramillo la Sabana adquiere una carga de significación que difícilmente podrá eludir en adelante el lector perspicaz de esta poesía. Su palabra transforma la sabana de Bogotá: su melancolía de altiplano andino, su belleza triste, su humedad, su luminosidad evocadora dejan de ser rasgos geográficos azarosos y se convierten en marcas de un territorio delimitado: el territorio propio de la mística del no creyente".




JORGE ELIÉCER ORDÓÑEZ- COLOMBIA


TIEMPO DE SEGAR

En Senegal
país de cabras
y mujeres invisibles
ovillando la luna,
cuando muere el poeta
lo sepultan
en el tronco viejo
de un árbol

Al verano
escasea el agua y la comida
Entonces
pájaros migratorios
vienen a picotear
la madera que canta.


RINOCERONTE

Me llaman el fósil cuaternario
el tanque de guerra
la bestia gris de las praderas
el ciego arrecho que persigue a la hembra
el sordo que no escucha los obuses
el solitario que cuida su cuerno
de los furtivos cazadores

Si supieran los mitómanos
que apenas soy un ángel acorazado y sediento
recién salido del pantano


SURICATO

Soy el guardián el que se alza sobre sus patas traseras
para advertir el asedio de los predadores.
Cuando el guepardo tensa su cuerda de carrera
con un solo gesto aviso a los míos
sobre su bella paro fatal presencia.
El aire sopla sobre mis flancos,
arroja sus briznas desde la pradera,
como un tambor de pregones
el mínimo instante del salto
alumbra en mi pupila, se convierte en miedo
y trata de paralizar toda mi sangre.
Pero soy el guardián, el rapsoda de la tribu,
así que emito mi sílaba sencilla
y todos los suricatos
con sus colas, como banderas de combate,
se esconden, obedientes bajo tierra.


RESEÑA

JORGE ELIÉCER ORDÓÑEZ nació en Cali, Colombia, el 16 de abril de 1951. Licenciado en Filología e Idiomas, UPTC, Tunja. Estudios de Lingüística. Universidad del Valle. Cali. Magíster en Literatura Hispanoamericana. Instituto Caro y Cuervo, Bogotá. Profesor de Literatura y Artes del Lenguaje en la UPTC, de Tunja, desde 1991 hasta la fecha. Ha publicado los libros de poesía: Ciudad Menguante, 1991; Vuelta de Campana, Premio Instituto de Cultura y Bellas Artes de Boyacá, 1994; Brújula Insomne, 1997; Farallones, 2000; El Puente de la Luna, 2004; Desde el Umbral, poesía colombiana en transición, antología y estudio introductorio, 2005. Con su ensayo La Fábula poética en Giovanni Quessep, obtuvo el premio Jorge Isaacs a la Crítica Literaria, 1998. En la actualidad dirige la revista institucional de su universidad, UPTC, de Tunja, “Pensamiento y Acción”. Sus artículos se encuentran publicados en las revistas La Palabra (UPTC), Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica, Universidad del Atlántico, Itaca, Universidad Popular del Cesar, Logos, Universidad de La Salle, Espéculo, Universidad Complutense de Madrid (virtual), Casa de Asterión (virtual). Según Carlos Fajardo, “La poesía de Ordóñez catapulta los imaginarios del origen hasta construirnos la infancia con sus lujuriosos y picaros juegos, la música de marimbas y tambores, esos barrios de la periferia con extraños y olvidados personajes, las luces de diciembre encendidas por el padre. De este modo, invita a salir a los caminos para que, con los ojos de la memoria, veamos con asombro las pequeñas y grandes cosmologías, aprendamos a sentir el rumor y los silencios de su imaginería amorosa.”



OMAR ORTIZ - Colombia


PANDI

Eran los años en que los sueños me habitaban.
Como el malabarista que en el semáforo se juega el alma
en compañía de la muchacha que se alimenta de fuego, transitábamos mi madre y yo sobre los muertos
que en el día simulaban ser pájaros ciegos.
Peregrinos de la piedra, en romería a las aguas termales,
olorosas a azufre,
topábamos los límites del inframundo,
donde reinaba el jinete sin cabeza,
mientras mi madre, como si nada ocurriera, iba señalando los nombres de los árboles:
éste es un guayacán, decía, aquel, un arrayán,
el que está junto a las grandes rocas, un guayabo,
y así uno tras otro, desfilaban ocobos, guanábanos,
gualandayes, almendros,
mientras yo recordaba el golpeteo de los cascos sobre las losas.
Hoy, cuando sólo quedan guijarros calcinados,
y no existen arboledas que podamos bautizar,
mientras la gran bestia devora a nuestros hijos,
la voz de mi madre dibuja en mi memoria hermosos follajes.


ANAPOIMA

De niños jugábamos a develar fantasmas.
En las noches rodeábamos al tío Alcibíades que indicaba:
“Esas luces que asedian el aguacate no son luciérnagas,
son las ánimas”.
El patio de tierra era el hogar de las presencias.
Si el resplandor semejaba el color de la luna,
de seguro era esencia femenina.
Por el contrario, si el destello se mostraba como un ínfimo rayo de sol, no había pierde se trataba
de un espíritu macho.
Algo me ha quedado de aquellas lúdicas cábalas.
Se de cierto que mientras esto escribo,
la lumbre que me ronda tiene la forma y el brillo de tus ojos.

A Isabel Cristina Tobón


INVENTARIO

Poseo algunos nidos de pájaros entre los anaqueles de
mi biblioteca y un rico tiempo que los nutre.
Una brizna de hierba que me regaló una muchacha
de ojos claros.
Con ella y con los penachos de la última cosecha de maíz
mis aves construyen sus refugios.
Tengo también un papel que sueña ser un barco
y en él una mano desconocida escribió: te espero.
Algunos versos acompañan mis pertenencias,
pero es mejor no citarlos ya que serán otros mañana.
Hay un río, como uno de los bienes por fuera del comercio,
que nace en la lustrosa cabellera de la más joven de las hechiceras.
Además, en el marco de la ventana florece el jazmín
que recuerda el olor de una vieja fotografía.
Para ser preciso, mi casa del barrio de los salesianos sólo
existe, con su mobiliario y sus espejos, desde el sueño
donde la arena dibuja tu cuerpo.

RESEÑA

Omar Ortiz nació en Tulúa, Valle, Colombia, en 1950. Poeta, editor, gestor cultural, profesor universitario, abogado. Dirige la revista de poesía Luna Nueva. Ha publicado los libros de poesía: La tierra y el éter, 1979; Que junda el junde, 1982; Las muchachas del circo, 1983; Diez Regiones, 1986; Los espejos del olvido, 1991; Un jardín para Milena, 1993; El libro de las cosas, Premio Nacional de Poesía de la Universidad de Antioquia, 1995; La luna en el espejo, 1999; Los espejos del olvido, Antología, 1983-2002; Diario de los seres anónimos, 2002. De su poesía ha dicho Juan Manuel Roca: “Su lenguaje sin alardes, el virtuoso desenfado agridulce, un lirismo vigilado, la manera como pastorea los vacíos que siempre están medrando en los linderos del lenguaje, hacen que su voz sea reconocible en el concierto -muchas veces desafinado- de la poesía colombiana. La poesía de Omar Ortiz, me deja el buen sabor de alguien que no se traiciona, y que no es traicionado tampoco por las palabras que como las adormideras, se abren o se cierran al tacto de un buen creador”.





JUAN ANTILLÓN -COSTA RICA

MECÁNICA

“He tenido un sueño”
M. L. King

Tal vez el compartir
un nombre de rebelde
le ayudó
a concebir su sueño.

Siempre se dijo
en la cuenca del Mississippi
y del Missouri
que soñar no bastaba.

Pero
es una aplicación
del Principio de Arquímedes
que
aplicada en lo justo
la palanca de un sueño

puede mover el mundo.

MIRÁNDONOS DE REOJO

El sexo es lo irracional.

El amor
por el contrario

es de una
coherencia
perfecta
pues
como una maldición
estarás
condenado
a amar
en otros

sólo

lo que amarías
en tí mismo.



EPITAFIO

Durante
toda
su vida

-péndulo
entre
sombra
y
ensueño-

el labio
fue
muralla
pantano
la página
en blanco
donde
la palabra
se detuvo
en fórmula
y quimera

guillotina
de la luz
fueron
sus párpados
detrás
de la música
solo
percibió

el silencio

que vendría


RESEÑA

JUAN ANTILLÓN nació en Costa Rica el 22 de diciembre de 1940. Obtuvo Licenciatura en la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica. Libros: Isla; Rosa de papel y Bandera de música. Seleccionado para la antología de líderes y visionarios del siglo XX (como la publicitaron) Prayers for a Thousand Years (Harpers, EE. UU., 2000), editada por New Age International. Premio Nacional de Literatura de Costa Rica Aquileo J. Echeverría. Premio Latinoamericano Ramón del Valle Inclán. Fue Pre-Candidato a la Presidencia de la República de Costa Rica, Partido Liberación Nacional (socialdemócrata), 1992. La fuente más directa y segura para hablar sobre la poesía de Juan Antillón, es su ensayo “Sobre la Poesía”, que se incluye en su libro Rosa de Papel: “En un mensaje de gran complejidad se puede justificar la dificultad de comunicación por su nivel de abstracción, pero no en los enredos de palabras carentes de coherencia lógica” (…) “el ojo del poeta descubre los matices ocultos de la realidad, no inventa esa realidad” (…) “porque el uso de absurdos solo empobrece la reflexión poética” (…) “Hay excesos de floritura, de retórica, tanto en lo formal como en lo sustancial. El resultado tiende a ser igualmente deplorable.” (…) “De modo que si formalmente mi poesía es sencilla, es una sencillez buscada, lograda después de mucho depurar la expresión. La claridad de la palabra, no la simplificación del contenido. “Lo otro a lo que me he sujetado … es la búsqueda de belleza en la expresión, musicalidad, ritmo, armonía” (…) “Y no estoy hablando de métrica y rima consonante, que más bien pueden ser “ayudas” o facilitaciones para lograr esa armonía; si uno prescinde de tales muletas y hace verso libre, no renuncia al imperativo armónico, sino que lo busca en un nivel más alto de expresión. (…) Debe también tenerse en cuenta que se maneja físicamente un plano, una hoja de papel, un espacio de color donde se esparcirán los signos gráficos formando un dibujo (…) ese espacio debe usarse como un recurso más de la expresión, así como la distribución de las palabras en ese espacio. (…) el uso que hago del verso quebrado … como un recurso de ritmo o de sustitución de puntuación o de recurso expresivo paralelo. Pero detrás está también la importancia que doy a cada palabra-símbolo” (…) “Ópticamente, el fraccionamiento del verso permitirá que el ojo-conciencia del lector logre esa percepción completa, dándole a cada símbolo su peso específico, cosa que tiende a no ocurrir cuando la lectura se hace en versos largos y entonces lo que queda es una impresión, una emoción final global, pero a mí me interesa ese ir construyendo de manera plena y paso a paso, comprometiendo la conciencia del lector. (…) Al final, ciertamente queda esa emoción global, pero de camino ha habido muchas cosas más. (...) Una poesía entonces se construye con exquisita precisión, a partir de aquello que deseamos tan vehementemente comunicar y para lograr precisamente eso. Si alguien piensa que eso mata la emoción poética en términos de una cierta espontaneidad, es porque no se ha detenido a pensar el parto intenso de cada nota de la Novena Sinfonía por Beethoven. (…) La emoción, que yo sepa, nunca ha estado peleada con la inteligencia”.